Nuestra relación con los espacios urbanos es cada vez más accidentada y caótica. Una gran densidad de desplazamientos configuran nuestro día a día, creando un tejido de trayectos que nos alerta de la necesidad de replantear constantemente nuestra movilidad.
Nuevas narrativas que nos ofrezcan opciones más sostenibles, menos agresivas y, también, por qué no, más disfrutables y divertidas. El objetivo es alcanzar ese ansiado 0 de emisiones y la total descarbonización prevista para 2040. En los últimos años ha ido surgiendo un abanico cada vez más grande de posibilidades de movilidad urbana: carsharing, motosharing, patinete eléctrico, segway para turistas o una proliferación de puntos de recarga para vehículos eléctricos que han ido modificando el paisaje urbano, mutando mano a mano con una mayor concienciación por parte de las nuevas generaciones.
Los centennials retan cada vez más su creatividad a la hora de ser más respetuosos con el medio ambiente y con la posibilidad de ver el potencial de otros modos de transitar las calles, de optimizar el tráfico y transformar nuestras vidas para mejor. Y en ese sentido, de todas las opciones que tenemos a mano, la bicicleta sigue como ejemplo imbatible de movilidad urbana sostenible. Un clásico atemporal a medio camino entre el transporte, el complemento de moda y el deporte, que es capaz de atraer a riders urbanos ofreciendo una experiencia de desaceleración positiva offline, más ecológica, algo que en tiempos mediados por la rapidez de internet se agradece.
Sin duda llama la atención el fenómeno de las e-bikes (bicicletas eléctricas). A día de hoy se calcula que por el territorio español circulan casi un millón de ellas. A diferencia de las fixie, bicicletas de piñón fijo, es decir de una única velocidad, con su aire tan retro, las bicicletas eléctricas han dejado de ser un intento de futuro para conquistar los espacios más bike friendly gracias a la posibilidad de regular y cambiar la velocidad de su motor. Mantienen la sensación de libertad, movilidad y sostenibilidad que brinda una bicicleta convencional, añadiéndole ventajas tecnológicas que gustarán a los iniciados, pero sin excluir a los no iniciados en esto del ciclismo, ya que sus prestaciones dan la opción de explorar nuevas rutas y trayectos que seguro no teníamos en mente. Un valioso aliado para mejorar nuestra calidad de vida, sin duda. En este contexto, destacan sobremanera marcas como Mate Bike. Esta firma danesa, con sede en Copenhague, se ha posicionado en la vanguardia de las e-bikes con su constante intento de producir la bici más bonita y sofisticada del mundo. Debajo de su atractivo diseño, nos encontramos con unas llantas gruesas que la hace apta para cualquier terreno, reforzada por una suspensión trasera y delantera que ofrece una mayor seguridad. Todo un hallazgo también la elección de frenos discos de la prestigiosa marca Tektro.
Mate Bike también ha echado mano de los cambios de velocidades Shimano y un motor Bafang. Sus bicicletas tienen ocho velocidades, y hasta nueve velocidades electrónicas asistidas y su batería de litio ayuda a hacer más fáciles las recargas. Además, su plegado en tres fases la hace perfecta para que puedas llevarla a cualquier sitio, recogerla en un instante e incluso pasar desapercibida. Ideal para nuestros trajines por la urbe.
El pasado 30 de marzo se inició la construcción de un carril bici de 13km en la Castellana de Madrid, cuyo tramo inicial discurrirá entre Plaza Castilla y Nuevos Ministerios. Un peldaño más hacia ese cambio de nuestro paisaje urbano que está modificando nuestra modo de interaccionar con él. Trayectos y rutas que se superponen, creando un espacio físico y mental en este tránsito que vira al ritmo de lo tecnológico.